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Por qué las metas no son suficiente
Buenas,
Llevamos un mes de 2025 y la energía de enero empieza a desvanecerse.
Tanto, que la semana pasada no hubo newsletter, y me disculpo por ello, porque una voz me susurró al oído: «Por una semana no pasa nada».
Eso significa que los propósitos de Año Nuevo ya están perdiendo fuelle.
De hecho, los estudios demuestran que, a estas alturas, alrededor del 80% de los propósitos han fracasado.
Sí, el 80%.
Pero la cuestión es la siguiente: no se trata de un fracaso de la fuerza de voluntad o la motivación.
Es un fallo de estrategia.
La mayoría de los propósitos fracasan porque se basan en una mentalidad de todo o nada.
Empezamos el año con grandes ambiciones
perder 10 kilos
dejar de fumar
correr una maratón
Pero estos nobles objetivos suelen construirse sobre cimientos poco sólidos.
Cuando aparece el primer obstáculo, todo se viene abajo.
Pero, ¿y si hemos estado pensando mal sobre los propósitos?
¿Por qué no basta con grandes objetivos?
Los propósitos se centran fundamentalmente en los resultados:
Éste es el peso que quiero tener.
Ésta es la habilidad que quiero aprender.
Éste es el resultado que quiero.
Pero centrarse únicamente en los resultados genera dos grandes problemas:
Ignora el proceso: Nos obsesionamos tanto con el destino que nos olvidamos de construir un camino para llegar allí.
Nos prepara para el fracaso: Cualquier tropiezo nos parece catastrófico porque hemos vinculado el éxito a la perfección.
El éxito no consiste en hacerlo todo bien todo el tiempo.
Se trata de hacer pequeñas apuestas constantes que mejoren tus probabilidades a largo plazo.
Este sutil cambio lo cambia todo.
En lugar de establecer propósitos basados en los resultados, considera la posibilidad de centrarte en objetivos basados en la identidad.
En otras palabras, en lugar de decir “quiero escribir un libro”, dices “me estoy convirtiendo en escritor”.
En vez de decir “quiero perder peso”, dices “soy alguien que lleva una vida saludables”.
Cuando te centras en la identidad, cada pequeña acción se convierte en un voto por la persona en la que quieres convertirte.
Saltarse un entrenamiento no descarrila tu objetivo porque tu identidad no está ligada a una meta o una fecha.
Está ligada a tu yo del futuro, que te mira con impaciencia esperando a que le alcances.
Enero es el mes de las grandes aspiraciones, pero febrero es el mes de la determinación.
Los objetivos son temporales, pero tu identidad es para toda la vida.
El escritor que termina un libro escribirá otro.
La persona que se convierte en corredor correrá más carreras.
La identidad que construyes da forma no sólo a este año, sino a todos los siguientes.
Así que, a medida que nos adentramos en febrero, mi consejo es que, básicamente, te olvides de los propósitos que parece que se te han escapado.
En su lugar, pregúntate: ¿En quién quiero convertirme este año?
Cada acción que hagas, por pequeña que sea, es un paso hacia esa persona.
Gracias por tu tiempo y nos vemos la semana que viene.